viernes, 17 de septiembre de 2010

al fin el fin. cap.16

No inventes estoy súper gorda, y aparte no podre pagar un gym, desde que papá se fue todo es un caos y no veo ni un peso, yo se que apenas está consiguiendo casa y todo eso, solo por tal cosa no le reclamo nada.




Chabela me dio la solución a mi problema, me regaló una pastilla que según ella con eso adelgazo, y sí me ha funcionado un poco, me siento más animosa, eso sí, no inventes que sed, da con esa madre, aparte de que es carísima, cien pesos por pastilla, no inventes, hoy me dan mi semana así que iré con ella a comprarle, digo total quiero estar delgada y como dicen la belleza cuesta.



Al fin, el fin….

-Mama iré a cenar con mis amigas.

-¿A dónde?

-Ay no sé, por ahí.

-Sí claro, de seguro te largas a una fiesta de esas en la que el invitado especial es el pecado.

-No te pongas de loca ahorita, sí.

-Ya me voy.

-Rezaré por tu alma esta noche.

-Y yo me tomaré una copa a tu salud esta noche.



Todos mis amigos están en el bar, incluso el idiota de Roberto ni siquiera lo trago, pero bueno es el galán de mi amiga, que le voy hacer, lo único que le dejará ese hombre será el vicio a fumar, ahora no puede estar sin fumar, aún no compra sus cajetillas pero ya le falta poco.



Hay un tipo en la mesa de al lado, no deja de mirarme, dios me pone súper nerviosa, es como si supiera que es lo que tengo en mi cuerpo, como si estuviera viendo las pastillas en mi estómago, fuera de eso ahorita no importa nada ni nadie, siento un bajón de una, quiero otra pastilla, dios no es verdad, creo que miré demasiado tiempo al tipo, viene hacia mi mesa.

-No luces nada bien.- Saludó una voz masculina.

-¿Disculpa?, ¿tu quien eres?.

-Charlie, y vengo a sacarte de tu problema.

-¿Qué problema?, ¿de qué me hablas?.-Lo sabe todo, no, no, es imposible que sepa que me tomo unas pastillas para adelgazar.

-Toma.- Dijo dejando una pastilla azul sobre la mesa.

-Ey y esto ¿qué es?

-Lo mismo que te tomas.

-Entonces toma.- Dije sacando un billete de mi bolsa.

-No, de ti no me interesa el dinero.

-¡Tómalo! Así de una vez te largas.

-Que te siente bien la pastilla, adiós.

Se largo así nada más, sin mi dinero y dejándome muy feliz con mi pastilla, ¿quién será? quien sabe, no me interesa.

-Ey Isabel ¿quieres algo de tomar? Te puedo traer un whisky, una cerveza o lo que tú quieras.- Pregunto Carlos.

-No.

-Bueno, si quieres podemos ir a bailar.

-No, creo que esa es una peor idea, tengo dos pies izquierdos.

-Tal vez, te puedo enseñar a bailar, soy un profesional.

De pronto esto último sacó mi risa más nerviosa, estamos de acuerdo que este tipo se está esforzando demasiado, y profesional, no lo creo y como que yo ya estoy bien aburrida.

-Bueno, por lo menos te hago reír un poco, y si no quieres hacer nada de lo que te propuse nos quedamos aquí sentados.

En eso veo venir a Marjorie, ¿Qué le habrá pasado?; coge la silla más cercana y se aplasta como si ya nada la pudiera parar.

-¿Y a ti que te paso Marjorie? ¿Por qué tan enfurecida?

-Carlos, tu amigo Roberto es un idiota.

Marjorie y Carlos empiezan a discutir que si Roberto esto, que si Roberto el otro, y yo ya estoy fuera de la plática, me paro y solo aviso que iré a la barra y por supuesto ni me escucharon. Rumbo a la barra miro a Pía sola en una mesa, del otro lado esta Roberto discutiendo, seguramente que si Marjorie esto, que si Marjorie lo otro; y se suponía que esta sería mi noche, y mira yo aquí sola en la barra.

-Hola, ¿por qué tan sola Lola?- Saluda Darío.

-No me llamo Lola, Robert Smith.

-Y yo no me llamo Robert Smith, si no Darío y por supuesto que se que tu eres Isabel.

-Vaya por lo menos recuerdas algo, porque digamos que la otra noche no andabas muy sobrio que digamos.

-Jajaja.-Esta última risotada salió como si de verdad se estuviera burlando de él.

-¿Te ríes de ti o de mi?

-Jamás me reiría de una mujer.

-Que decente me resultaste, no tienes finta de serlo, pero bueno, si tu lo dices.

-Yo soy decente, no se tu que tengas en esa sucia cabecita.

-Mira Darío, yo de sucia no tengo un pelo, y ya me aburriste, me voy, Carlos me esta esperando.

-Si algo te puedo decir de Carlos es que jamás espera a las mujeres.

Camine hacia mi mesa, y que putada, Darío tenía razón, Carlos estaba brincoteando con una tipa cualquiera, y en algo Carlos no mintió, era todo un profesional.

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