sábado, 18 de septiembre de 2010

debut y despedita. cap.18

-Marjorie, no puedes creer lo que ayer me dijo Darío por el chat.


-Dime Isabel, ¿Qué te dijo?

-Pues no te lo vas a creer pero después de un mes de estar chateando, justo ayer me pidió que fuera su novia.

-¿Qué?, ¿Lo viste?, ¿Dónde lo viste?

-No seas boba, me lo ha pedido por el chat.

-¿Y yo soy la boba?

-No seas envidiosa, al final de cuentas me cae muy bien, escuchamos la misma música y tenemos el mismo gusto por la bebida.

-¿Quieres decir que los dos son unos rockeros borrachos?

-Que aguafiestas eres, obvio iremos a su fiesta.

-Pues supongo, sabes, Roberto ayer se enojo muchísimo conmigo.

-¿Y eso?, ¿No te dejaste tocar las tetas y se enojo?

-Eres una tonta, fue todo lo contrario, yo deje tocarme y él de una se paró y se fue enojado.

-Siempre te he dicho que no confíes en Roberto.

-Ay ya, no fue nada grave, simplemente se pone payaso, además no somos nada, equis. Y ya me voy a clases que llego tarde.

A mitad de la explanada Isabel me grita:

-Recuerda que hoy tenemos la comida en casa de Marian.

La comida estaba riquísima como siempre, Pía se ha pasado toda la comida con una sonrisa en la boca, la razón, solo ella la sabe.

-Pía ¿Qué tienes?, te ves demasiado feliz.- Pregunto Isabel.

-Solo diré 5 palabras: Tengo – novio – y – esta – guapísimo.

-Maldita no lo puedo creer, ¿Y quién es?- Pregunto Marian.

-Un chico del coro de la iglesia, el motivo de ir los domingos a misa, y mi madre lo ha aceptado y yo feliz.

-No mames wey, ¿Es de la iglesia?, ¿No está de hueva?

-No seas boba Marjorie, el que vaya a la iglesia no significa que esté de hueva, yo también voy a la iglesia, recuérdalo.

-Ya, ya, ya no te prendas, fue solo un comentario.

-Oye Marian, ¿Y tu jardinero?

-Cállate Pía, mi mamá te va a escuchar, no sé donde esta, hace como un mes que no lo veo por aquí.

-¿Y como se ha apagado tu boiler wey?

-Eres una naca Marjorie, y apago mi boiler con Leo, para tu información.

-Lo bueno que la naca es uno.

-Pía, ni siquiera nos dijiste como se llamaba el tipo.- comentó Isabel.

-Tienen razón, que tonta soy, se llama Samuel.

-Oye y ¿lo llevaras a la fiesta de Darío?, ¿o el chico del coro raja?

-Marjorie yo creo que juntarte con esos tipos te hace mucho daño, y si el chico del coro como le dices, ¡va!

-En ese caso yo brindo por todos los tipos que nos hacen daño.- Dijo Marian levantando su vaso con vodka, cortesía de Isabel, y cambiando totalmente el tema.

El día de la fiesta se llegó, cada quien con su pareja: Pía con Samuel, que al fin lo conoceríamos, Isabel que vería a Darío después de aquella extraña plática en el chat, yo con Roberto y Marian en ausente.

Cuando llegamos había un gran círculo alrededor de una botella vacía y un pastel de chocolate, y la música del DJ a todo volumen, ahí estaba Santiago, Carlos, Darío y otros amigos más.

-Ey Marjorie.- Grito Darío en cuando me vio.

-Feliz cumpleaños Darío.

-Gracias Marjorie, te tengo una sorpresa ven.- Lo acompañe hasta la cocina, junto con Santiago, en la mesa estaba un pastel de chocolate, igual al de afuera.- Este pastel es de orégano.

-¿De orégano? Querrás decir de mota, ¿no?

-Orégano, mota, es lo mismo, los dos son verdes, los dos huelen, la única diferencia es que una pone y la otra no.- Dijo riendo.

-Va, sírveme una rebanada pues.- Eso salió de mi boca, fluido, de verdad quería probar, total esa noche no llegaría a dormir a mi casa.

Santiago y yo comimos casi la mitad del pastel, y la otra mitad se la trago Darío.

-Oye Darío, ¿Es cierto que le cantaste a Isabel?

-Ah ¿no me digas que se la creyó?

-No seas puñeta, ¿Lo dijiste en broma?, y no sé si se la creyó, solo me lo comento, tienes que hablar con ella antes de que todo llegue más lejos.

-Sí, sí, te prometo que lo hare.

-Ey, ¿no van a venir a jugar a la botellita?- Dijo Pía entrando a la cocina.

-Yo si quiero jugar, ¿vamos?- Pregunte a Santiago.

Para cuando salimos el pequeño círculo había crecido demasiado, la mayoría si no es que todos, estaban ebrios o drogados, había sobre las mesas marihuana y cigarrillos; en el circulo me coloque a un lado de Roberto, y así empezó el juego, yo fumé y fumé, hasta que llego mi turno, me tocó besar a un chico que no era conocido, blanco de pelo lacio castaño claro, era guapo, estoy dispuesta a sacrificarme.

-Ey Roberto, ¿Te importa si beso a tu novia?- Pregunto el desconocido.

-Claro, no importa Max.

Y así el desconocido se acerco a mí, me tomo por la nuca acercando sus labios a los míos, vaya ese chico sí que besa bien, y el beso apenas y duro porque Pía lo interrumpió.

-Wey, te estás quemando el copete.- Y sí, me queme el copete, el desconocido se rio y se fue a sentar a su lugar. El juego siguió un rato más, hasta que todos nos paramos a bailar.








-Hola Pía, ¿Cómo te sentó la pastilla la otra noche?- Me dijo al oído mientras sacaba unos botes de la hielera.

-¿Y tú qué haces aquí?

-Yo estoy bien eh, gracias por preguntar.

-Já, a mi eso no me importa.

-¿Así tratas al hombre que te salvo de tu noche?

-Ah sí disculpa, por cierto, ¿Cómo dijiste que te llamabas?

-Charlie princesita.

Después de esto me tomo por la cintura y me beso, así como si yo fuera de su propiedad, con un descaro que ni el mismo se la creía, claro tenía que ser orgullosa y empujarlo, así que lo avente.

-¿Qué te pasa?, ¿Estas drogado o qué?

-Yo solo quería que probaras algo mejor que esas pastillitas, no te enojes.

-Conmigo no te hagas el galán, por favor, aparte vengo con mi novio, así que aléjate.

-Uy, pues en ese caso vete, por cierto, ¿Cuándo me vas a pagar lo que te di?

-Yo creo que con ese beso que me robaste tienes más que suficiente para cobrarte.- Dije mientras me marchaba.

-Igual no besas tan bien.- Me grito a lo lejos.







-Hola Isabel.- Darío acaba de llegar para sentarse a un lado de mi, por fin, después de un buen rato de ignorarme.

-Hola Darío, ¿Quieres algo de tomar?

-Sí, dame un poco de whisky, oye tenemos que hablar sobre la charla que tuvimos la otra noche Isabel.

-Sí, ¿Qué pasa con eso?- Obvio no quiero parecer una ñoña y hacerle creer que de verdad me interesa mucho.

-Bueno, lo de la otra noche lo dije en serio.

Vaya me quedo sin palabras, ¿De verdad quiere andar conmigo?, a mi me da pavor.

-¿Y qué me dices?, ¿Si andamos o no?

-Pues supongo que podremos intentar.- Darío me tomo y me beso. Mi primer beso, aunque suene ñoño.







Roberto y yo estábamos en pleno, ¿Cómo decirlo? Apañe, ¿Apañe?, cada día lo he dejado ir más lejos, y me da miedo porque no quiero que se haga ilusiones que no son, jamás me voy a casar con él. En este momento su mano se encuentra justo en mi pecho izquierdo, no me molesta, pero...

-¿Quieres quitarte la blusa?- Pregunto mientras me besaba, y yo por supuesto que no conteste. Sus dos manos se fueron justo debajo de mi blusa, listas para subir.

-¡No Roberto, ya!- Dije al mismo tiempo que intentaba bajar mi blusa, pero sus brazos estaban necios.

-Ya me hartaste Marjorie, voy a sacarte esa blusa quieras o no.

-¿Qué te pasa Roberto?, déjame en paz.- De verdad trato de salir de entre sus brazos, pero es imposible, en definitiva es mucho más fuerte que yo.

-Mira Marjorie, no me importa si quieres o no, ya espere demasiado.- Y se saco la camisa él solo, mientras yo trataba de golpearle y de repente un golpe directo a mi labio. Tengo muchísimo miedo, mientras él desabrochaba su cinturón logre zafarme y salir por la puerta, pero me tomo por el tobillo justo cuando iba para afuera; y así quede, medio cuerpo por afuera y la otra mitad en la habitación, Roberto se colocó encima de mí.

-¡¡AYUDENME!! ¡¡SANTIAGO, DARÍO!! – Roberto trato de silenciarme con su mano, pero ya era tarde, Santiago y Darío ya estaban ahí junto con el tipo de la botellita.

Roberto dejo de aplastar mi cuerpo, se puso de pie mientras el chico de la botella me ayudaba a levantarme.

-¿Qué te pasa Roberto?, ¿Estás loco?- Grito Santiago súper alto, la fiesta paro por completo.

-Ustedes no se metan en esto.

-Roberto te quiero fuera de mi casa ahora mismo.- Dijo Darío, al mismo tiempo que lo arrastraba y llevaba hacia la puerta, por supuesto Roberto no se opuso, si no, fácilmente tira a Darío.

-Me la vas a pagar Marjorie, ellos no son tus amigos, son los míos, y tú también lo eres.

-Largo Roberto, antes de que te suelte un puñetazo.- Amenazo Santiago, y sí, Roberto se fue, yo me quedo aquí en blanco y sin blusa.

-Ven Marjorie, te vamos a poner hielo en ese labio.- Dijo Isabel, ni siquiera podía llorar del coraje, ¿Cómo llegue a esto? No lo sé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario