lunes, 13 de septiembre de 2010

mucho gusto destino. cap.13

En mi casa no se nombraba lo sucedido durante mis vacaciones, Eduardo un amigo me presento a Roberto al cual conoció en el chat, igual yo solo lo conozco por este medio, el estudia en la escuela San Nicolás, solo le falta un tetra para terminar la preparatoria; él ha sido mi compañero el resto de mi verano, real, era lo único que hacía y al parecer él también pues siempre estaba conectado y a veces charlábamos por cel. , hablar con él era sobre nada y todo a la vez, creo que es un poco bobo pero me gusta, se que aún no le conozco bien pero me agrada lo que se de él y me di cuenta que me gustaba, pues un día antes de entrar al cole sacó al tema el rollo de que aún no nos conocemos y así fue como me propuso una “cita” en la escuela por así decirle, mi estomago lo resintió y sentí un nervio terrible, digo era diferente charlar por la web a vernos en persona, no sabría que decirle, claro sin duda entre nosotros había química pero ¿podría haber más?.




Primero me pidió el numero de mi salón que era el 101, acto seguido me dijo que me esperaría afuera del salón después de la primera clase; yo me despedí de repente sin aceptar su invitación, de igual forma él se presentaría ¿no?, mi madre me mando a dormir, era evidente que esa noche no pegaría ni las pestañas, me la pase dándole vueltas al dilema de que estaba en un salón sin ningún amigo, y claro en Roberto, que pasaba si no me gustaba, o peor aún, si yo no le gustaba; apenas me desperté me monte en mi falda a cuadros color gris con una camisa blanca y un saco negro, mis medias blancas y zapatos negros, deje mi pelo suelto y apenas lo toque, eso si, mi maquillaje bien marcado, tome mi bolso y me marche; cuando llegue al cole charle con Marian, Lalo, Lux e Isabel pero ni rastro de Roberto, seguro no vendría.



La primera clase me dió una flojera que no hallaba ya que hacer, y claro, ninguno de mis compañeros me habló, fueron la hora cuarenta y cinco más larga de mi vida y a la vez no quería que se acabara, así que tome la decisión, no lo quería ver, mi plan era simple salir entre la bola de compañeros y evitar que me vea el resto del día, que no creo que sea algo muy difícil, pues las fotos que el vio yo tenia pelo rosa y de ese pelo no queda ni rastro; el profesor salió seguido de una manada de alumnos, entre ellos yo; y todo iba bien hasta que di dos pasos fuera del salón y sentí un jalón por el brazo, y ahí un tipo alto con su cabello rapado y musculoso, era grande, unos ojos pequeños y verdes, su mirada era de alguien rudo y ahí el hombre de quien quería huir.



-Hola Marjorie.- Dijo con una voz seca.

-¿Roberto? ¿Cómo has sabido que era yo?

-Eso fue fácil, sobresalías entre todas esas ñoñas.



El momento fue un poco incómodo, pero el decidió romperlo con un jalón de mi mano, al parecer no era muy hablador.



-Te llevare a un lugar.- Me jaló hasta llegar a la parte trasera del colegio, donde había una bodega, el abrió con una llave y en cuanto estuve dentro me congele, estaba helado y lo que le sigue, por suerte traía el saco, olía a tierra mojada.


-¿Que es este lugar? Me gusta como huele.

-Aquí es donde venimos a fumar y a pasar el rato mientras estamos en la escuela. –Dijo sacando un cigarrillo de su bolsa y tirandose sobre el sofa que habia.- ¿Fumas?

-No, y ni siquiera se prender uno.

-¿Quieres aprender?

-No, y ¿quienes vienen aquí?

-Venían, ya se han graduado ahora solo quedó yo, y puedes traer a quien gustes.- Esto último resultó muy lindo de su parte.



La escuela resultaba perfecta, y el grupo de la bodega se volvió más grande poco a poco, nadie fumaba más que Lux un amigo mío y Roberto, algunas veces iba el compa un amigo de Roberto, que dios como fumaba, pero solo eso, ese lugar se había vuelto el punto de encuentro.



Un mes después de entrar al san Nicolás, durante la clase de historia, Roberto interrumpió mi clase.



-Profesora, ¿me puede prestar a marjorie?- El salón entero lo miró, era claro que por ser tan guapo “jajá”.

-Está bien, solo que sea rápido.



Salí casi corriendo del salón, quería evitar las burlas.

-Suéltalo ¿qué pasa?

-Nada, solo quiero que me acompañes a la bodega ¿quieres?

-Roberto, tengo clase.

-Vamos, quiero estar contigo.

-¿Estar conmigo?, ¿que quieres decir con eso?

-Nada no te asustes, solo estoy aburrido. – Su mano se fue directo a la mía, de nuevo me jaló y llevo con él, cuidando que el prefecto no nos viera. Cuando entramos a la bodega me quitó el saco y lo aventó, he de admitir que sentí miedo, y más cuando el cerró con llave el bodegón cosa que nunca hacia.



-¿Por que cierras?

-Marjorie, no pasa nada, sólo que no quiero que el prefecto venga por nosotros .– Y sí, de nuevo la sensación de miedo, pero recordé aquello que decía mi madre “nunca pasa nada que no quieras”, espero que eso sea verdad.



Me senté en el piso con mi cabeza recargada al sofá, mientras el prendía la radio a un volumen casi nulo, se sentó entre mi cabeza en el sofá prendiendo un cigarrillo, empezamos a charlar sobre la fiesta de halloween a la que iríamos juntos, y de pronto paso de un momento a otro, besaba mi cuello y yo me quede muda ,jaló mi rostro hacia él, me tocó los labios, lento para probar mi reacción y después me beso, sí, un beso como el que le había robado a David ese verano; sentí su lengua, sentí su respiración lenta, y toda su energía en ese beso, el miedo me tenía invadida, pero la sensación era de lo mejor, el beso se detuvo suavemente.



-¿Te ha gustado?- Me pregunto, yo tenía los ojos como platos.

-Sí.

-Tu cara en este momento es muy graciosa, ¿aún tienes miedo?

-No, ahora tengo mucha curiosidad.

-¿Curiosidad?

-Si, sobre ti.- La puerta sonó, era el prefecto que intentaba abrirla. Roberto colocó un dedo sobre mis labios, la música paro y a un todo lento, me dijo.- Hay que salir de aquí.

-Saldremos por la ventana; colocó una silla sobre una ventana pequeña por la cual aventó su gran cuerpo, el cual solo sonó con un fuerte ruido. –Ven yo te cachare.-Saque mis piernas y ahí fue cuando me percate de la altura, dios yo odio las alturas. –Marjorie aviéntate, o nos verán.- La puerta se abrió y yo me lancé, ni siquiera importó que él me viera mis calzones; salimos corriendo hacia la explanada, cuando llegamos ya había varios alumnos fuera; Ramón el prefecto venía directo a nosotros dos, colocó la mano sobre Roberto, quien de inmediato se levanto de la mesa.

-¿Qué pasa Ramón?.

-Señorita Havok, me podría usted decir ¿dónde está su saco?

-¿Mi saco? Pues creo que en mi casa.-Al momento de decir esto él lanzó mi saco sobre la mesa.

-¿Qué es lo que quieres Ramón?- él sabia tratar con los guardias del campus, pero no con Ramón.

-Venga señor Tapia, hablaremos en mi oficina.



-¡Marjorie...!.- Marian venia corriendo a la mesa donde yo seguía pensando que pedo con el prefecto.- Dios Marjorie llevo toda una semana sin verte ¿dónde te metes?


- Hola Marian, sabes el prefecto se llevó a Roberto, que disque iba a pedirle algo o no sé.

-¿Y? eso que, seguro hizo algo para que lo castiguen ¿no?

-Pues de hecho no fue él, sino yo.

-Marjorie todo mundo habla de tu novio Roberto, ya sabes dicen que usa…-su voz bajo- ¡Drogas!

-¿Estás loca?, primero no es mi novio y no lo será ok, yo te dije que no quería nada de nada con nadie, y segundo pues muy él si usa o no, ¿de cuando acá te asusta eso?.

-¿Ya no quieres novio por lo del tipo que me contaste?.

-¿Quien, David?.

-Sí, ese mero.

-No quiero novio porque me dan hueva.

-Vale pues, y que conste que no me asusta, ¿qué haremos en halloween?.

-Iremos a una fiesta.

-¿Iras con Roberto?.

-No, iré contigo e Isabel tal vez Pía y pues si, Roberto también.

-Bueno, mira ahí viene tu macho, será mejor que me vaya.- Y así como llegó se fue casi corriendo.

- Creo que no soy de su agrado ¿verdad?.

-Ay Roberto, ella solo esta celosa.

-¿De mi?.-Su boca se acercó tanto a mi oído.- Iré contigo a la fiesta, estaré toda la noche contigo, aunque vayan mis amigos.

-No te apures amor, ni que fuéramos novios.

-¿Segura? Ay Marjorie, se nota que no me conoces cariño.



Pasaron los días y ya solo faltaba una semana para la fiesta, nuestra primera fiesta ya en el San Nicolás, Roberto se la había pasado intentando sacar algo más, pero no lo dejaba, y es que simplemente él no era el hombre.



-Roberto, ¿estás aquí?.-grité mientras entraba a la bodega, la cual estaba dividida por una reja, tapada por cajas, escritorios y de más.

-Mira Marjorie lo que me han puesto, más privacidad.

-¿Cómo has conseguido poner reja?.

-Ya ves lo que uno puede lograr.

-Anda pues, déjame pasar.

-No mi reyna, primero tienes que pagar con prenda.

-Anda dejate de mamadas, dejame pasar quiero que me enseñes a fumar ¿va?.

-Ah, eso te va a costar otra prenda.



Tomé mi camisa del uniforme y me la fui desabotonando, él no me dejaba de ver, sentía como la imagen que él miraba le prendía, y claro no había nada mejor que ver sin tocar.



-Ahora tu Roberto paga por ver.-Su camisa salió rápido, era musculoso, la neta estaba muy bueno, me recordaba a los motociclistas de las pelis o al chico malo.

-Aún falta tu falda, digo nunca toco, de perdis veo ¿no?.



Baje mi falda hasta dejar mi cuerpo al descubierto, Roberto solo me comía con los ojos, como si nunca hubiera visto a alguien desnuda, abrió la reja dejándome pasar, me tomó por la cintura y me jaló hacia él, me deje llevar un momento sin tocarlo, solo sintiendo sus besos en mi cuello, hombros, labios y por todos lados.



-Basta Roberto.- Dije al mismo tiempo que le empujé.- Vine a que me enseñes a fumar, no a otra cosa.

-De acuerdo pues.- Extendió su mano hacia mi boca colocando un cigarrillo en mi boca.-Anda préndelo y jala el humo hasta adentro, es como inhalar y exhalar por la boca, las dos.

Prendí el cigarro y le di un jalón sentí como el humo se movía por mi boca y casi me lo tragué, raspo y como era obvio me solté a toser, Roberto se empezó a carcajear.

-¡Oye! .-tos.- a mi no me da risa Roberto esto sabe asqueroso.

-Sí es gracioso y sigue intentando.



Me acabe un cigarro entero, solo tosí una vez, me encanta la sensación del cigarro en mi cuerpo, me relaja y me sabe rico, por cierto el hambre se fué con ese cigarrito.



-¿Te ha gustado?.

-Sí, pero es demasiado apestoso para mi gusto.-Saqué un perfume de mi mochila y me lo rocíe, acto seguido le heché un poco a Roberto.- Es que apestas amor.

-Ey no quiero oler a nena.

-¡Jajá!....-Me abotoné mi camisa y subí mi falda, él solo me veía, deseoso de aquello que no obtendría.



 


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